martes, 17 de agosto de 2010

CUERPOS FEMENINOS NEGROS: Una apuesta para transitar de la presencia, a la acción y la representación:

Introducción

Muy buenos días para todos y todas. Agradezco a las Doctoras Bibiana Escobar Decana de la facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Latinoamericana y Gloria Arango, amiga entrañable y docente de la misma facultad, por haberme invitado a participar en este encuentro tan importante y de gran trascendencia para la Universidad. Así mismo agradezco la presencia de todas las mujeres y hombres que se encuentran hoy en este recinto, ya que sin ella no habría sido posible este evento.

Me han solicitado que hable sobre “Cuerpos Femeninos Negros”, sin embargo vale precisar que hablar sobre este tema constituye un reto ineludible para mí, y al mismo tiempo muy complicado de asumir. Son múltiples las dimensiones, los aspectos, las vivencias, las experiencias y las situaciones que rodean este grupo humano poblacional. Así mismo vale precisar, también, que sobre el tema “mujer negra” no existen muchos desarrollos conceptúales por lo que poco se puede dar cuenta de ellas. Indagando, en diversas fuentes bibliográficas sobre el tema de la mujer negra para documentar esta ponencia, pude constatar esta realidad, pues son pocos o casi nada los escritos que se han hecho a este respecto y los que existen se remiten en su mayoría al problema de la esclavitud. De igual modo navegando por Internet en la búsqueda de dicho tema, pude evidenciar la misma situación, de 904.000 resultados encontrados, la mayoría atañen a temas como: sexo, erotismo, porno, desnudos, cuerpos, estética, comparaciones genéticas, y pocos se refieren temas como la identidad, la cultura, el desarrollo, los talentos, la política, la ciencia en relación con las mujeres negras, etc.

Esta situación evidencia el marcado silencio que durante muchos años se ha tenido sobre la presencia de la mujer negra en Colombia, pese a que lleva 497 años apróximamente en este país. Según registros históricos desde 1513 , las mujeres negras han estado presentes en territorio colombiano y sólo hasta 1991, o sea hasta hace 19 años fue reconocida esta presencia por la Constitución Política Nacional de Colombia de 1991 y por la Ley 70 de 1993. Esto explica, quizá. el porque el tema "mujer negra”, ha estado invisibilizado, excluido y negado en los libros, las investigaciones, la historiografía, la sociología, la antropología, la arqueología, la psicología, la política, la economía, como por la misma sociedad en general, por tantos años.

Siguiendo con el ejercicio de documentar la ponencia, decidí indagar sobre este tema con algunos amigos y amigas y compañeros de trabajo, y al hacerles la pregunta sobre ¿Qué significa para usted el tema de “cuerpos femeninos negros”?, pude observar una vez que poco o casi nada se sabe del la mujer negra, pues las respuestas expresadas por ellas y ellos permitieron hacer esta afirmación. De 20 personas a las que le hice la pregunta, el 100% consideraron que eran “muy bonitos y sensuales”, y al hacerles la misma pregunta pero desde el plano de lo político, es decir al preguntarles ¿Políticamente hablando qué significa para usted el tema de “cuerpos femeninos negros”?, el 100% de las mujeres expresaron que nunca se habían hecho esa pregunta, mientras que los hombres, después de dudar un poco, lo consideraron un “distractor”, para ellos, el hecho de trabajar al lado de cuerpos tan “diferentes, imponentes y excitantes” se constituye en una tentación que no los dejaba concentrar en el desarrollo de sus funciones.

Como se puede observar con estos ejercicios de indagación, se evidencian tres elementos fundamentales, el primero, el poco desarrollo conceptual que el tema de la mujer negra ha tenido en la sociedad colombiana; el segundo, la manera como la sociedad categoriza a la mujer negra desde una concepción estética-erótica-sexual, y el tercero la negación que se hace desde estos aspectos del SER (esencia humana) y el HACER (esencia política ) de la mujer confinándola al lugar de la invisibilidad.

En virtud de lo anterior, el interés de haber aceptado participar como ponente en este evento, se debe precisamente a la necesidad de dinamizar discusiones que trasciendan la mirada sesgada sobre la mujer negra y ubicar una reflexión profunda en torno a lo que han sido, son y proyectan las mujeres negras en este país. Así que la ponencia que presentare a continuación sobre “Cuerpos femeninos negros: una apuesta para transitar de la presencia, a la acción y la representación” se constituye en una propuesta y a la vez una invitación a todas y todos los presentes para que situemos un debate teórico-político a la mirada de la mujer negra desde una concepción holística y frente a la manera como la sociedad colombiana ha leído y aun sigue leyendo a estas mujeres y las consecuencias de dicha lectura en la vida de las mujeres negras. Aspectos que son relevantes para el análisis, sin pretender dar cuenta en su conjunto, porque faltarían elementos y tiempo para esta tarea, siendo este ejercicio un aporte a este propósito.

En este intento, partiere el análisis con la pregunta por la IDENTIDAD de las mujeres negras para evidenciar la manera como esta identidad ha sido fijada en una sociedad colonial y postcolonial como la nuestra con consecuencias negativas para la vida de estas, y finalizare con algunos puntos a modo de conclusiones y recomendaciones que posibiliten transitar de la mirada estético-erótico-sexual sobre las mujeres negras, al reconocimiento real de su SER y HACER como sujetas históricas y de derechos.


¡Abayomi!, mi presente: Cuerpos femeninos negros: ¿Visibles o invisibles?
Un acercamiento histórico a la presencia de las mujeres negras en Colombia

Como se hace referencia en la introducción, el análisis del tema de las mujeres negras en Colombia y particularmente en Medellín, demanda inscribir la búsqueda retrospectiva de un pasado que ha tenido consecuencias nefastas para la vida de las mujeres negras. Y uno de los aspectos de ese pasado que requiere ser analizado y profundizado lo constituye el problema de la identidad de las mujeres negras y la manera como ésta ha sido fijada en la sociedad esclavista-colonial y reproducida y perpetuada en la poscolonial, que lejos de ser reconocida en su SER y en el derecho a EJERCER el SER, fue colocada al lugar de la exclusión, negación e invisibilización.

Muchos son los enfoques sobre los cuales puede haber abordado este análisis, sin embargo para esta ponencia he decido tomar algunos elementos del feminismo dado los aportes que ha hecho a la construcción de sociedades mas justas y equitativas en la medida en que ha logrado evidenciar la manera como la sociedad ha ejercido las discriminaciones contra las mujeres en el mundo. El hecho de reconocer que “hombre” y “mujer” son construcciones sociales y culturales más no biológicas y significar con ello que cada sociedad y cultura construye lo que es ser hombre y ser mujer, se constituye en el elemento clave para revisar de modo crítico la manera como la sociedad ha fijado lo que es “ser mujer negra” en un contexto sociocultural permeado por la inequidad de género, creciente pobreza, desplazamiento forzoso y discriminación racial, como el nuestro, y las repercusiones que dicha fijación ha traído para la vida de estas mujeres. Así mismo se instituye en un elemento fundamental para reconocer no a la mujer en términos genérico sino a las mujeres como sujeto histórico con una serie de situaciones, limitaciones, problemáticas particulares, intereses específicos, historias diferentes, que deben analizarse en relación con categorías como clase, etnia/raza, etc.

En efecto, de acuerdo con los acercamientos históricos, indagaciones, investigaciones que he hecho sobre las mujeres negras, y desde mi propia vivencia se puede afirmar que la identidad de la mujer negra ha estado definida por tres elementos fundamentales etnia/racial, clase y género. Es decir, por ser NEGRAS en una sociedad colonial-esclavista y pos-colonial mestiza discriminadora; dos por ser POBRES en una sociedad de clases; y tres por ser MUJER en una sociedad patriarcal (androcentrica).

Comprender esta situación implica remontarse a una época en la que las mujeres africanas con toda su diversidad étnica, cultural, cosmogónica, y sus conocimientos fueron identificadas y convertidas por los europeos simplemente como negras; racializadas y estereotipadas fueron reducidas al color de la piel quitándole su nombre, su historia, su cultura, su dignidad, sus conocimientos, el derecho a un nombre propio, una familia, a ser persona, a decidir por si misma, y se le redujo a “negra”, sinónimo de esclava, cosa, animal, herramienta de trabajo, maquina de reproducción de esclavos .

Una época en la que la mujer negra lejos de ser reconocida en su SER fue colocada al lugar de la homogenización, objetivización, y adjetivización como la negra, la negrita, las negritas con atributos que son producto del prejuicio racial y que aun existen en la mente de quienes así las conciben: “un cuerpo para el sexo, más cerca de la animalidad que de la razón”; “un cuerpo que fue útero reproductor, fábrica de esclavos, objeto de servidumbre”; “un cuerpo que fue de uso y abuso para el poder y el placer de sus amos”; “un cuerpo como fuerza de trabajo, incansable, una mula resistente”; “un animal de carga y de aguante que hay que aprovechar y explotar”; “un cuerpo sin belleza que hay que esconder”; “un cuerpo para la satisfacción sexual del otro”, “un cuerpo sin derecho a su propio goce femenino”; “un cuerpo sin autonomía y libertad”. Una época en la que a las mujeres negras se les quito su dignidad, su existencia humana, el derecho a no sentir ni a expresar sus emociones, ni tomar sus propias decisiciones. Es decir, una época en las que a las mujeres negras se les quito el derecho a SER, EJERCER el SER y su AUTONOMIA, que aún en nuestra era sigue vigente en la conciencia y las acciones de las y los colombianos.

Lo anterior significa en términos generales que la identidad de las mujeres negras ha estado marcada a por una TRIPLE DISCRIMINACION o por lo que algunas llaman el TRIPLE TECHO DE CRISTAL no por lo que se constituye en una urna de cristal en la que reposa la Bella Durmiente a la espera del príncipe que la salve, sino por lo que se constituye en una barrera “invisible” que impide a las mujeres negras acceder y ascender en igualdad de condiciones y oportunidades a lo laboral, lo económico, lo político lo cultural, lo territorial, lo ambiental, que requiere ser visibilizada para reconocer los derechos étnicos y garantizar su desarrollo humano. Basta mirar alrededor para darnos cuenta de ello:

• ¿Cuantas mujeres negras viven en condiciones de desarrollo dignas?,
• ¿Cuántas mujeres negras están estudiando o ha terminado la primaria, o educación técnica o superior?, ¿Cuántas mujeres negras están empleadas laborando en instituciones públicas, privadas, sociales y comunitarias?
• ¿Cuántas mujeres negras han o están ocupando cargos directivos y de decisión?,
• ¿cuantas mujeres negras han habido o hay en cargos de representatividad o de toma de decisiones como Consejos, Asambleas, Gobernaciones, Alcandías, JAL, JAC, congreso, senado?,
• ¿Cuantas mujeres negras han sido o son Ministras?,
• ¿Cuantas mujeres negras han tenido o tienen cargos de representatividad en bancos, hospitales, sindicatos, organizaciones religiosas?,
• ¿Cuántas mujeres negras han habido o hay como empresarias?,
• ¿Cuántas mujeres negras son profesionales universitarias?, etc.

Son pocas las mujeres negras que ocupan cargos de responsabilidad, pero en su mayoría son cargos que se relacionan con temas de comunidades negras o culturales como es el caso la Ministra de Cultura y la Directora de Etnias afro colombinas del Ministerio del Interior, pero casi no encontramos mujeres negras en cargos como por ejemplo Secretarias de Despacho, Ministras de Hacienda, Cancilleres, Empresarias, Presidentas, etc pese que están preparadas para ocupar dichos cargos.


Muchas veces se habla de la fragilidad femenina que justifico históricamente la protección paternalista de los hombres sobre las mujeres, pero cuando se habla de la fragilidad femenina en el caso de las mujeres negras muchas de nosotras nos preguntamos ¿de que mujeres están habando?, porque sabemos que las mujeres negras formamos parte de un contingente de mujeres, poblamentente mayoritario, que nunca hemos reconocido en si mismas este mito, porque nunca hemos sido tratadas como frágiles. Somos mujeres que hemos trabajado durante siglos como esclavas, hemos labrado la tierra, hemos trabajado en la calles como vendedoras. Somos mujeres que en el imaginario colectivo de la sociedad colombiana y particularmente la paisa seguimos siendo las empleadas domesticas, las venteras ambulantes, el objeto sexual de deseo, las feas, las incapaces, las bruscas, las poco femeninas. Estereotipos que no se asocian en este momento con la mujer negra intelectual, bella, tierna, femenina, hacendosa, independiente, capaz, talentosa, trabajadora, autónoma, pujante, sino con todo lo opuesto.

Han transcurrido mas de 500 años de presencia negra, y hasta la fecha poco se ha visibilizado y reconocido los aportes que las mujeres negras hemos hecho a la construcción, consolidación y proyección de la identidad colombiana. Para cualquier observador u observadora es comprensible que en estos siglos se forjaron muchos de los rasgos y características sociales y culturales que han identificado a esta región y a sus pobladores. A este respecto, siempre me he preguntado ¿Por qué ese silencio histórico sobre la presencia y vida de las mujeres negras?, y por lo que se juzga a través de los libros, puedo afirmar que es, porque las mujeres negras no hemos sido reconocidas como un actor de vital importancia en la vida de la sociedad colombiana, o tal vez por que consideran que hablar de la “la historia de las mujeres, es hablar de la historia de todas las mujeres” pretendiendo con ello incluirnos.

Y es por ello que al lado de las miles de páginas que se han escrito, todas ellas importantes, sobre la vida de las mujeres, ya sea en la época colonial como en la actual, ya sea sobre las próceres, las heroínas, las políticas, las científicas, las sabias, las monjas, las escritoras, las prostitutas, etc, no se cuenta con muchos desarrollos literarios, científicos, investigaciones y estadísticas, etc, sobre la vida de las mujeres negras, excepto para referirse solo y específicamente a la condición de esclava, dejando de lado evidenciar aspectos tan importantes como sus experiencias, conocimientos, saberes acumulados, resistencia étnica, lucha por la libertad, por la autonomía, etc, por lo que muchas personas podemos estar de acuerdo en decir, que aún hoy, es poco, o casi nada, lo que sabemos de las mujeres negras de aquellos tiempos y de las mujeres negras de estos tiempos, pese a que historiadores, por ejemplo como la antioqueña María Teresa Uribe en su libro “Estructura Social de Medellín en la Mitad del Siglo XII” hace un reconocimiento de los aportes que los artesanos hacen a la sociedad paisa, quien, según ella, en su mayoría esta configurada por una población negra, mulata y mestiza, pero que poco se evidencian en dicho escrito a las mujeres negras en ese contexto.

Si bien resulta fácil formular este tipo de preguntas, no es igualmente fácil tratar de resolverlas. Pero a quienes nos interesa conocer, comprender y visibilizar la realidad de las mujeres negras, no podemos satisfacernos con la respuesta tradicional de que “la historia de las mujeres, es la historia de todas las mujeres”. porque fácil sería aceptar, que la historia de las mujeres “blancas”, “Indígenas”, Mestizas”, son iguales a la historia de las mujeres “Negras”, ocultando a conveniencia una historia de sufrimiento, de lucha, de resistencia, de rebeldía, de libertad, de autonomía, de identidad. Y menos nos puede satisfacer el discurso maniqueísta político e ideológico que cree comprender lo ocurrido con las mujeres negras, al afirmar que todas las mujeres son iguales. Fácil sería resolver, el asunto aceptando dicha afirmación, sin embargo la complejidad de la realidad situacional de las mujeres negras demuestran lo contrario. Los registros históricos y los indicadores de desarrollo humano de las comunidades negras y en particular de las mujeres negras, dan cuenta de ello. Aceptar una afirmación como esta es mantener oculta una historia de dominación, invisibilización, exclusión, opresión sobre de las mujeres negras en Colombia. Es en última instancia SILENCIAR LA VERDAD.

Muchos de los presentes en estos momentos estarán pensando, quizá, que lo expuesto hasta este momento raya en el umbral de la queja, sin embargo vale precisar que mientras no entendamos el pasado histórico de las mujeres negras no podremos entender su presente, y mientras no reconozcamos la discriminación y el prejuicio racial que se ejerce cotidianamente sobre ellas, no podremos entender las luchas por sus reivindicaciones y mucho menos podremos buscar soluciones de fondo al cuadro de marginalidad y discriminación a la que históricamente hemos estado sometidas.

Así que de lo que se trata es abrir el debate y la reflexión respecto a la necesidad de indagar, la manera como la mujer negra “vivió” y “leyó” la sociedad que la esclavizaba, que limitaba su participación y su desarrollo humano; y es desde esta complejidad de las relaciones sociales donde me atrevo a hacer una lectura de unos fenómenos que se han desencadenado como consecuencias de un devenir histórico que ha sido negado y ocultado por una sociedad segregacioncista y racista.

Las mujeres negras estamos al centro de la marginalidad en todas sus formas como esta se manifiesta. Seguimos siendo el sujeto que en la sociedad pos-colonial continúa estando dentro de las relaciones sociales objeto del racismo, la discriminación y el prejuicio racial. Estos lastres del pasado en Colombia revisten formas encubiertas, sutiles y a veces poco visibles que son difíciles de encontrarle soluciones apropiadas a los problemas que lo envuelve. El hecho de que la sociedad colombiana no se reconozca como una sociedad racista, se constituye en una prenda de garantía para percibir la realidad de las mujeres negras como un asunto normal o natural (no hay discriminación, no son vistas distintas, todas somos iguales) lo que no permite dar soluciones de fondo al cuadro de marginalidad a la que están sometidas.

Aunque no existen indicadores que permitan cuantificar cual es el estado real de la situación de las mujeres negras, se puede evidenciar que la mayoría de los sectores con mayor presencia significativa de población afrocolombiana presentan los niveles bajos de desarrollo. A pesar de que existe un gran número de mujeres negras con vivienda vale resaltar que la mayoría de ellas no cuentan con vivienda propia y las características de las mismas son de condiciones más precarias que en el resto de la población medellinense, en cuanto a los materiales de paredes y pisos. Las condiciones socioeconómicas de las mujeres negras son más críticas que para el municipio en su conjunto.

Ante las adversidades que le ha tocado vivir, la mujer negra ha tenido que encontrar sus propios medios de resistencia para mejorar sus condiciones de vida, para proteger a sus congéneres, a su familia, a su progenie, luchar por sus derechos, y mantener viva nuestra cultura, sin embargo el nivel exiguo de participación y de organización; su ausencia en las posiciones jerárquicas de control y mando del Estado, de las JAC, JAL, Concejos, alcaldías, gobernaciones, asambleas presidencia, ministerios, fuerzas armadas, carrera diplomática, organizaciones religiosas etc ; el alto grado de desempleo; las precarias condiciones de la vivienda; la falta de acciones especificas por parte del Estado dirigidas a impactar el desarrollo humano étnico integral de las mujeres negras; el desconocimiento de sus derechos, de los convenios nacionales e internacionales, de la forma de hacer cabildeo, de gestión, de administración de recursos; y el desconocimiento del proceso democrático para movilizar a sus representantes electorales en función de preparar proyectos de Ley que garantice sus derechos, hacen merecer a las mujeres negras el nombre de Ghetos Femeninos Afrocolombianos, que las conlleva a inhabilitarlas para ejercer y beneficiarse del derecho constitucional e decidir de manera eficaz en los cambios y transformaciones que a bien requiere la sociedad para lograr la equidad étnica, de genero, justicia social y distributiva que garantice el pleno reconocimiento de sus derechos y su posicionamiento social y político.

El lenguaje despreciativo que se utiliza para dirigirse hacia la persona negra ha repercutido en el accionar de las mismas en diferentes campos de la vida social, económica, politica, cultural. Desde los niveles educativos que se imparte en las instituciones educativas, se ha reproducido la imagen estereotipada de las mujeres negras, contribuyendo con ello a perpetuar el prejuicio racial desconociendo, in visibilizando y desvalorando la imagen de la mujer negra, poniendo de resalto “su capacidad de inferioridad” frente a la capacidad de superioridad de otras mujeres “blancas” o “mestizas”. Lo mismo hacen los medios de comunicación que reproducen la idea de mujeres “bien presentadas” la cual esta dada por ser blancas, bonitas, esbeltas, elegantes significando con ello que las mujeres negras no pueden acceder a dichos espacios dada que según ellos no esta al margen de dicha clasificación.

Las mujeres en todas las sociedades y en cada época son hijas de su tiempo, y eso significa que otorgan grados de importancia a las cosas en función de sus formas de vida y de pensamiento en que se hallan. Hoy, el tema de la mujer negra se ha vuelto importante, porque es importante para las mujeres negras, porque la presencia de las mismas en la historia colombiana ha tenido connotaciones fundamentales y transcendentales en la vida y desarrollo del país y de la ciudad, y porque el reconocimiento de esa presencia y de los aportes que han hecho sirve de base para comprender las vivencias y las proyecciones de las mujeres negras en la actualidad, y porque se concibe que con ese saber y ese reconocimiento estarán mejor dotas para la defensa de sus derechos y posicionamiento social y político. En una palabra, el tema de las mujeres negras es importante para nosotros porque ese saber y vivencias está “VIVO” y se refleja en lo que somos y proyectamos las mujeres negras, porque para nadie es desconocido que la sociedad colombiana se ha construido tambien con nuestra presencia, la cual ha sido de “larga duración” y no cambia con la velocidad que muchos, desde su ignorancia, imaginan.

Es por ello que la sociedad colombiana y particularmente la medellinense deben reconocer los aportes que las mujeres negras hemos hecho y aun seguimos haciendo pues basta preguntarnos

¿cuantas mujeres negras no amamantaron y criaron a los hijos de los españoles y a muchos de sus descendientes?;
¿Cuántas mujeres negras no les dieron las primeras instrucciones a sus hijos?;
¿Cuántas mujeres negras no estuvieron pendientes de la salud de los hijos de sus amos y de sus descendientes y les brindaron todos sus cuidados con los conocimientos medicinales que ellas sabían?; ¿Cuántas mujeres negras no asistieron y aun asisten los partos de sus amas y de sus descendientes?; ¿Cuántas mujeres negras muchas veces no aportó económicamente en momentos de crisis económica con su trabajo externo a esa familia que consideraba su verdeara familia?;
¿Cuántas mujeres negras no participaron juntos con sus hombres en las guerras de independencia para lograr la hoy llamada republica de Colombia?;
¿Cuántas mujeres negras no contribuyeron y aun contribuyen aportando al desarrollo educativo del país?; ¿Cuántas mujeres negras prefirieron morir antes de ser esclavizadas?;
¿Cuántas mujeres negras prefirieron abortar a sus hijos producto de violaciones para no contribuir con la perpetuación de la esclavización del africano?;
¿Cuántas mujeres negras no formaron cuadrillas de esclavos para luchar por su libertad y la abolición de la esclavitud?;
¿Cuántas mujeres negras no participaron en las fugas cimarronas que culminaron en la construcción de los primeros territorios libres (palenques) de Colombia?;
¿Cuántas mujeres negras no le enseñaron y le contaron a los hijos de sus amos y sus descendientes las historias de su pueblo o los relatos de sus ancestros que se configuran hoy en la identidad del pueblo colombiano?;
¿Cuántas mujeres negras no fueron fusiladas por defender su derecho a la libertad y al territorio?;
¿Cuántas mujeres negras no se encargaban de cuidar a los heridos en las guerras de independencia?; ¿Cuántas mujeres negras prefirieron la sumisión (rebeldía silenciosa) en la casas de sus amos como estrategia de resistencia para proporcionar alimentos e información a los esclavos que estaban buscado su libertad?;
¿Cuántas mujeres negras utilizaron el cuidado de los niños como niñeras, nodrizas o ayas para transmitir el conocimiento y los valores propios de su cultura a los hijos de sus amos por medio de cantos de cunas e historias que fueron configurando la identidad y proyección cultural de lo que hoy es el pueblo colombiano?.
¿Cuantas mujeres negras no asumieron el mestizaje como estrategia de resistencia para contribuir con la abolición de la esclavitud o proporcionarles mejores condiciones de vida a sus hijos e hijas?,

a pesar de que estos aportes no son reconocidos y a las mujeres negras se les cierren los espacios laborales, en actividades independientes y profesionales no se puede desconocer que la única medalla olímpica de oro que ha tenido Colombia la logro una mujer negra (María Isabel Urrutia); y dentro de las mujeres mas importantes que ha aportado a la politica colombiana y particularmente la antioqueña que le ha tocado abrirse espacios a sangre y fuego, ha sido una mujer negra (Piedad Córdoba) y así como ellas existen otras mujeres negras con muchas capacidades que han quedado en el anonimato por el desconocimiento y la desvaloración que la sociedad colombiana ha hecho dada la esclavización y su legado trasmitido generación tras generación realimentado cotidianamente por los prejuicios raciales que continúan vigentes.

Aunque nadie parece ver la triple discriminación o el triple techo de cristal en el que están inmersas las mujeres negras, está ahí, limitando su acceso a los puestos de poder, al mejoramiento de sus condiciones de vida, al avance de su desarrollo y al pleno disfrute de sus derechos de Ser y de Ejercer su Ser. Y es por ello que nacer NEGRA en una la sociedad colombiana y particularmente en la paisa determinó y aún determina el futuro de negación de derechos, de desvalorización, de subordinación, de invisibilización y de exclusión de las mujeres negras dado el legado de la violencia racial colonial constituida como el cimiento de todas las jerarquías de género y etnia que están presentes en la mente de las y los colombianos que no termina por asumir la multietnicidad y la pluriculturalidad de los diversos rostros, culturas y etnias que la conforman a pesar de que esta pluralidad y multietnicidad está reconocida constitucional y legalmente, configurando aquello que Ángela Gilliam define como "la gran teoría del esperma en la formación nacional" a través de la cual, y siguiendo a Gilliam: "el papel de la mujer negra es rechazado en la formación de la cultura nacional”.

Lo que podría ser considerado historias o reminiscencias del pasado, permanecen sin embargo, vivas en el imaginario social y adquieren nuevos ropajes y funciones en un orden social supuestamente democrático que mantiene intactas las relaciones de género, según el color o la etnia instituidos en el período esclavista, pero que aún en nuestra era trae consigo consecuencias y manifestaciones de invisibilización, exclusión y discriminación que se evidencia en el desarrollo humano étnico integral, la calidad de vida y los niveles de participación cultural y político de las mujeres negras.


Invisibilización de las mujeres negras en todos los escenarios de la vida nacional y local

Las mujeres negras están al centro de la marginalidad en todas sus formas como esta se manifiesta. Siguen siendo el sujeto que en la sociedad pos-colonial continua estando dentro de las relaciones sociales objeto del racismo, la discriminación y el prejuicio racial. Estos lastres del pasado en Colombia revisten formas encubiertas, sutiles y a veces poco visibles que son difíciles de encontrarle soluciones apropiadas a los problemas que lo envuelve. De hecho la sociedad colombiana no se reconoce como una sociedad racista, lo que se constituye en prenda de garantía para percibir la realidad de las mujeres negras como un asunto normal o natural (no hay discriminación, no son vistas distintas, todas somos iguales) lo que no permite dar soluciones de fondo al cuadro de marginalidad a la que están sometidas.

Aunque no existen indicadores que permitan cuantificar cual es el estado de la realidad situacional de las mujeres negras, de acuerdo con los acercamientos e indagaciones que se ha hecho con las mujeres negras se puede afirmar que el cuadro contextual en el que se encuentran inmersas estas mujeres confirman la existencia de una situación de mayor desventaja para esta población con respecto al resto de la población femenina del municipio. El desempleo es superior y en cuanto a la educación primaria, secundaria, técnica y superior; población afiliada al régimen subsidiado y contributivo y los niveles de ingresos, son inferiores al resto de la población femenina.

La mayoría de los sectores barriales con mayor presencia significativa de población afrocolombiana presentan los niveles bajos de desarrollo. A pesar de que existe un gran número de mujeres negras con vivienda vale resaltar que la mayoría de ellas no cuentan con vivienda propia y las características de las mismas son de condiciones más precarias que en el resto de la población medellinense, en cuanto a los materiales de paredes y pisos. Las condiciones socioeconómicas de las mujeres negras son más críticas que para el municipio en su conjunto.

Ante las adversidades que le ha tocado vivir, la mujer negra ha tenido que encontrar sus propios medios de resistencia para mejorar sus condiciones de vida, para proteger a sus congéneres, a su familia, a su progenie, luchar por sus derechos, y mantener viva nuestra cultura, sin embargo el nivel exiguo de participación y de organización; su ausencia en las posiciones jerárquicas de control y mando del Estado, de las JAC, JAL, Concejos, alcaldías, gobernaciones, asambleas presidencia, ministerios, fuerzas armadas, carrera diplomática, organizaciones religiosas etc ; el alto grado de desempleo; las precarias condiciones de la vivienda; la falta de acciones especificas por parte del Estado dirigidas a impactar el desarrollo humano étnico integral de las mujeres negras; el desconocimiento de sus derechos, de los convenios nacionales e internacionales, de la forma de hacer cabildeo, de gestión, de administración de recursos; y el desconocimiento del proceso democrático para movilizar a sus representantes electorales en función de preparar proyectos de Ley que garantice sus derechos, hacen merecer a las mujeres negras el nombre de Ghetos Femeninos Afrocolombianos, que las conlleva a inhabilitarlas para ejercer y beneficiarse del derecho constitucional e decidir de manera eficaz en los cambios y transformaciones que a bien requiere la sociedad para lograr la equidad étnica, de genero, justicia social y distributiva que garantice el pleno reconocimiento de sus derechos y su posicionamiento social y político.

El lenguaje despreciativo que se utiliza para dirigirse hacia la persona negra ha repercutido en el accionar de las mismas en diferentes campos de la vida social, económica, politica, cultural. Desde los niveles educativos que se imparte en las instituciones educativas, se ha reproducido la imagen estereotipada de las mujeres negras, contribuyendo con ello a perpetuar el prejuicio racial desconociendo, in visibilizando y desvalorando la imagen de la mujer negra, poniendo de resalto “su capacidad de inferioridad” frente a la capacidad de superioridad de otras mujeres “blancas” o “mestizas”. Lo mismo hacen los medios de comunicación que reproducen la idea de mujeres “bien presentadas” la cual esta dada por ser blancas, bonitas, esbeltas, elegantes significando con ello que las mujeres negras no pueden acceder a dichos espacios dada que según ellos no esta al margen de dicha clasificación.

Muchos de los partidos políticos y las entidades estatales hasta la presente no se han interesado de modo suficiente en buscar las soluciones de fondo a esta situación, es por ello que no existen planes, programas, proyectos y políticas especificas dirigidas a impactar el desarrollo humano étnico integral de las mujeres negras. Lo que ha perpetuado la exclusión acompañada de la indiferencia frente al desarrollo de los sectores mayoritariamente de poblaciones negras, lo que contribuye a eternizar su marginalidad. Estos son algunos de los muchos ejemplos de las formas de discriminación que se ejerce sobre la mujer negra y las grandes trabas que esta sociedad pone para negarles a estas mujeres la oportunidad de una vida digna y mejor.

Lo anteriormente expuesto pone de relieve la necesidad de que al analizar la realidad de las mujeres negras debe hacerse no solo desde la categoría de género sino tambien de clase y de etnia dado que la situación de las mujeres negras obedece no solo a una cuestión de género sino tambien a una cuestión política con efectos tanto en la redistribución de los recursos como en la del poder en materia de reconocimiento de sus derechos como un asunto central y de vital importancia en la que se evidencian particularmente intereses, demandas y necesidades de las mismas. En otras palabras, es reconocer que el género es una variable más que no "puede ser separada de otros ejes de opresión" y que no "es posible de un único análisis , sino que el análisis de la realidad de las mujeres negras implica involucrar la clase y la étnia para dar cuenta del sistemático e histórico empobrecimiento, invisibilización, exclusión y racialización de las mismas, así que de lo que se propone con esta ponencia es lograr la articulación entre todas estas categorías, sin jerarquías, para dar cuenta del sujeto mujer negra.

Estela Mejia
Sociologa
Diplomada en Politicas publicas
especialista en temas étnicos y de genero